Reparar: dar sentido a las cicatrices. Encontrar la enseñanza, resignificar los momentos dolorosos. Potenciar la fortaleza humana que nos permite sanar para convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos.
“Recuerdo una tarde, mientras paseaba en Kyoto por el mercado de antigüedades de Toji, encontré una tienda pequeña y polvorienta, escondida entre puestos más llamativos. Sentí atracción hacia esa tienda, como si un imán invisible me guiara hacia su interior. Al cruzar la puerta, un aroma a madera envejecida y resina me envolvió.
En el fondo de la tienda, un anciano artesano trabajaba meticulosamente en un cuenco de cerámica roto. Cada movimiento era preciso y deliberado. Me quedé observando en silencio, fascinado por la destreza de sus manos y la serenidad de su rostro. Finalmente, el anciano levantó la vista y me ofreció una sonrisa cálida.
“¿Te interesa el Kintsugi?”, preguntó con una voz suave y pausada.
Asentí, explicándole que siempre me había intrigado la idea de encontrar belleza en la imperfección. El anciano me invitó a sentarme y comenzó a contarme la historia de su cuenco. Era un objeto antiguo, heredado de su bisabuelo, que había sufrido numerosas roturas a lo largo de los años. Cada reparación con oro le había dado una nueva vida, convirtiéndolo en algo más valioso y hermoso.
“Cada grieta cuenta una historia”, dijo el anciano. “La historia de nuestras vidas, con todas sus rupturas y reparaciones, es lo que nos hace únicos y fuertes.”
Este es un fragmento del capítulo que se titula Kintsugi del libro Ikigai de Fer Niizawa. Kintsugi significa “reparación dorada”, un concepto japonés que refiere a la técnica de reparación de cerámica rota uniendo las piezas con oro. Una forma de destacar las cicatrices dándole una nueva oportunidad a las cosas.
Leí este capítulo mientras estaba atravesada por historias de esas personas que se sienten rotas por haber perdido su trabajo. Esas personas que fueron desvinculadas sin tener un plan B listo y que en el proceso se sintieron muy poco valiosas.
Se sienten rotas. No quieren que sus heridas se noten, quisieran volver a pegar las piezas para sentirse útiles nuevamente. Quieren aprender a contar la historia del despido para adornarla y que ningún reclutador vea la profundidad de esa herida.
Pienso en esas heridas como una oportunidad de sanar, para que se conviertan en cicatrices. Que esas cicatrices remitan a una historia y que esa historia sea la que ellos quieran empezar a contar. Mostrando la cicatriz, haciéndola evidentemente valiosa.
Reparar requiere de enfoque, de identificar el tamaño de la grieta, de encontrar el material suficiente para unir las partes, de re armar algo que así roto parece no tener ningún sentido de existencia.
Si, requiere trabajo y valentía. Pero el resultado es auténtico. El resultado cuenta la historia de una experiencia y le da sentido a lo que viene. Las piezas se unen pero no vuelven a la misma posición. Hay algo en el medio que las sostiene. Hay algo nuevo. Algo que las cambia.
Si te rompiste, si no sabés cómo unir tus partes, si no encontrás la forma de pegarlas para que te devuelvan tu identidad, tenés que saber que quién más conoce la forma que tiene que tomar este rompecabezas sos vos.
Mis consejos para vos:
- Creá un bosquejo de lo que te gustaría hacer (no ser, hacer) a partir de ahora. Si tuvieras tu salario y beneficios garantizados ¿Qué harías?
- ¿Qué te dice ese listado? ¿Qué cosas disfrutarías? ¿Ves un patrón? Uní esos puntos.
- ¿Qué conocimientos y experiencias ya tenés que puedan servirte de material para unir tus partes rotas y empezar a convertirte en esa versión de vos mismo que querés ser?
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Pedí ayuda si la necesitás y concentrate en encontrar lo que una a esas piezas que parecen no tener sentido por separado.